Paula se encontraba en un extraño estado mental. Atrapada entre los restos de felicidad absoluta que experimentó la noche anterior y la frialdad que permanecía en su interior desde que había dejado la caseta, no estaba segura de si debía sentirse feliz o triste.
Mayormente triste, decidió mientras rellenaba cajas con campanillas blancas que se utilizarían como recuerdos de boda. Al menos había tenido una noche para experimentar.
No tenía que preguntarse cómo sería estar con Pedro. Ahora lo sabía. Era increíble.
Su corazón dolió.
Esa tarde casi había llamado a Barbara de nuevo, pero pensó que era mejor tener una conversación en persona. De ninguna manera quería perderse todas sus expresiones de que-diablos cuando descubriera cómo básicamente se sentó sobre Pedro a horcajadas y cómo la había abandonado a la mañana siguiente.
Paula levantó la vista mientras una de las damas de honor
descargaba un cargamento de pastillas de menta frente a ellas. Cogió una, muerta de hambre, ya que había estado demasiado cabreada esta mañana como para comer.
Lisa se rió. —¿Están buenas?
Haciendo estallar una en la boca, Paula asintió. —De menta. Muy deliciosa.
—Hablando sobre delicioso —dijo Sasha, una dama de honor—. Creo que el apodo de los hermanos Alfonso debería ser "muy deliciosos".
Cindy, otra dama de honor, resopló mientras miraba a la rubia alta y curvilínea. —¿No estabas encima de uno de los hermanos anoche?
Sasha sonrió secretamente. —Tal vez...
Era bueno saber que Paula no fue la única. Dejó caer la campana en una caja.
—No puedo diferenciarlos. —Cindy sonrió.
—Son muy fáciles de distinguir —respondió Paula bruscamente— . No son trillizos.
—Sí, pero los tres son el sexo en persona, de cabellos oscuros y hermosos ojos azules, y con músculos donde me gustaría comer chocolate —dijo Cindy, dándole a otra dama de honor una mirada malvada—. Por supuesto, si sólo no estuviera casada. De todos modos, ¿cuál era? ¿Pedro?
¿Pablo?
Los ojos de Paula se estrecharon.
—Pablo —respondió Sasha, sus mejillas ruborizándose—. Aunque, no me importaría si hubiese sido Pedro, también. Diablos, todos ellos al mismo tiempo.
Las damas de honor se rieron, pero Lisa le lanzó a Paula una mirada de preocupación. Probablemente tenía algo que ver con la expresión de su rostro. Una que decía que estaba repasando mentalmente el número de campanillas de metal que podía meter en la boca de Sasha.
—¿No creciste con ellos, Paula? —continuó Sasha, haciendo caso omiso de la puerta a la muerte a la que estaba llamando—. ¿Siempre en tu casa y esas cosas? Dios, yo no habría sido capaz de controlarme a mí misma, pero estoy segura de que es diferente para ti.
Paula empujó una campana a través de la parte inferior de la caja. —¿Por qué es eso?
—Bueno, estoy segura de que eres como una hermana pequeña para ellos —explicó—. Quiero decir, ¿no estás compartiendo habitación con Pedro?
El color carmesí tiñó sus mejillas. Jesús, ¿eso era lo que todos pensaban? Casi tenía decidido entrar en detalles sobre cómo de no- fraternal estuvieron las cosas anoche con Pedro.
—En realidad, no estoy segura de si ese es el caso —dijo Lisa, sonriendo de manera uniforme—. Madison está cerca de todos ellos, pero por lo que he visto... —Se interrumpió, enviando a Paula una astuta mirada.
Sasha arqueó una elegante ceja. —Bien, entonces, felicitaciones a ti...
Tras eso, las chicas casi permanecieron mudas sobre los hermanos Alfonso y Paula, aunque sí martillaron con preguntas a Sasha para obtener detalles jugosos.
Una vez las cajas se hicieron, el grupo se separó para prepararse para el ensayo. Paula le dio un rápido abrazo a Lisa y se dirigió a su nueva cabaña.
Debería estar contenta con su propio espacio, pero se sentía solitaria y silenciosa. Y cuando se dio un baño, no había ninguna esperanza de una visita sorpresa de Pedro.
Hundiéndose profundamente en la bañera, cerró los ojos y trató de empujarlo lejos. Excepto que Pedro consumía sus pensamientos en un nivel completamente nuevo, porque ahora sabía cómo se sentía su pasión, cuál era su sabor, cómo se sentía en su interior.
No había forma de sacarlo de su sistema.
Cuando despertó esta mañana, había estado deliciosamente adolorida en zonas de las que se había olvidado y Pedro... Pedro se había ido.
Dejó escapar un largo suspiro y abrió los ojos.
Dejar aquella llamativa cabaña fue una de las cosas más difíciles que había hecho jamás. Una parte de ella todavía seguía allí, pero su decisión de irse fue simple. Sin embargo, la decisión que tomaría en un futuro próximo sería la más difícil que haría jamás y sabía que les sorprendería a todos.
Ayyyyyyyyy, x favor que vuelvan a estar juntos, los 2 están sufriendo!!!
ResponderEliminarojala pronto vuelvan a estar juntos!!!
ResponderEliminarAy! por qué no la despertó antes de q pase todo esto! Ojalá hablen y resuelvan esto!
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