domingo, 14 de septiembre de 2014

CAPITULO 21



—Oh, no puedo creer que esto esté pasando. —La madre de Paula agarró a Gonzalo una vez más, parpadeando para contener las lágrimas. La señora Chaves había estado lidiando con los abrazos desde el momento en que la cena de ensayo comenzó y no había un fin a la vista—. Mi pequeño ha crecido.


Gonzalo hizo una mueca. —Mamá...  


Ella lo atrajo de nuevo a su pecho, apretando y balanceándose.


Sofocado una sonrisa, Paula desvió la mirada y sus ojos se encontraron con los de su padre. Le guiñó un ojo y puso una mano en su hombro. —¿Qué crees que hará cuando te cases?


Paula palideció. —Uff.


Su madre le lanzó una mirada asesina por encima del hombro, y entonces finalmente liberó a su hijo y se dirigió a una sonriente Lisa. —Sé que tratarás bien a mi niño, así que voy a pedirte disculpas de antemano por el acueducto que se producirá a partir de mañana.


—¿Mañana? —Se quejó el señor Chaves—. ¿Qué tal desde que anunció su intención de casarse? 


—Cállate —dijo su madre, pero sonrió.


Paula colocó un mechón de pelo detrás de la oreja, mientras todo el mundo empezaba a moverse en grupos. Irían a través de la marcha nupcial, un resumen de los votos, y luego a cenar. Y mañana... mañana su hermano se casaría.

Se acercó a él con una sonrisa aguada. —Estoy tan feliz por ti. Vas a ser un gran marido.


Gonzalo la tomó en sus brazos. —Gracias, hermanita. 

—Y padre —bromeó a la ligera.


La soltó, sus ojos muy abiertos. —Querido Dios, no digas eso todavía. Quiero por lo menos un par de años sin un pequeño Gonzalo corriendo alrededor.  


—O una pequeña Lisa.


—Ah, ¿una niña? No sé si podré lidiar con eso. —Negó con la cabeza—. Fue bastante malo combatir a los chicos que iban detrás de ti.


Paula rodó los ojos. —No fue nada de eso.


—Lo que sea. —Dejó caer el brazo sobre sus hombros—. Entonces, ¿cuándo vas a asentar cabeza? ¿Hacer la vida de mamá y papá completa?


Antes de que pudiera responder, se acercaron los hermanos Alfonso.


Pablo y Patricio flanqueando a Pedro, que estaba vestido con unos pantalones oscuros y una holgada camisa abotonada. Los mechones de cabello rizado húmedos colgaban alrededor de sus oídos. Las puntas de sus pómulos estaban ligeramente enrojecidas y sus ojos eran de un azul acerado.


Se veía absolutamente impresionante.


Paula esperaba que su hermano no se diera cuenta de que se había puesto rígida, pero, por supuesto, la suerte nunca estuvo realmente de su lado.


Gonzalo se echó a reír, pero ella le dio un codazo en el estómago y se escapó antes de que la manada de los hermanos pudiera descender sobre ellos. Se dirigió en dirección a Lisa y las otras damas de honor. Evitar la ceremonia estaría completamente fuera de discusión, pero siempre que no tuviera ninguna importante cantidad de tiempo a solas, podría hacer esto sin desmoronarse.


U obtener su corazón pisoteado aún más. Y sólo había una manera de hacer eso. Realmente dolía como el infierno; y mataba una pequeña parte de ella —la que aún creía en los finales de cuentos de hadas— pero no tenía otra opción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario